miércoles, 26 de diciembre de 2012

Gustavo López: “La ley de medios fue una ‘batalla cultural’


Gustavo López: “La ley de medios fue una ‘batalla cultural’ que permitió desenmascarar el interés político detrás de una supuesta noticia”.
Iniciativa entrevistó en exclusiva a Gustavo López, Subsecretario General de la Presidencia de la Nación. Es Abogado, periodista y docente (UBA). Anteriormente se desempeñó como Presidente del Sistema Nacional de Medios Públicos, Secretario de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires e Interventor del Comité Federal de Radiodifusión (COMFER). En esta entrevista analiza la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, reflexiona sobre el proceso político actual y opina acerca de las condiciones para profundizar el modelo, en términos de una batalla cultural. También evalúa la gestión de Macri en la ciudad y explica la construcción política de Concertación FORJA dentro del espacio kirchnerista.
¿Cómo será el proceso hasta que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual pueda aplicarse en forma integral e impactar social y culturalmente? ¿Qué medidas complementarias se necesitarán?
En primer lugar hay que aclarar que, por un lado, la propia ley establecía un mecanismo gradual de aplicación, que, salvo en el caso del Grupo Clarín para el que está suspendido (por el juez Carbone) el artículo 161, se está aplicando. Sí hay un pequeño retraso de alrededor de 6 meses en relación a la idea original, pero esto se debe a que la Cámara de Mendoza había suspendido la aplicación total de la ley. Cuando esto último se destrabó, a los seis meses de haberse sancionado, comenzó un proceso que tuvo que ver, primero, con la reglamentación y después, con el vencimiento del plazo de un año posterior a la reglamentación.
Entonces, la ley está en marcha, se está aplicando y me parece que en el año 2012 es cuando se van a empezar a percibir sus efectos de manera más importante. Porque se están licitando 220 nuevos canales de TV privados, entre comerciales y no comerciales. Ya se asignaron 50 frecuencias a universidades y al sector público en general; es decir que, si todo marcha como debiera, el año próximo tendríamos que tener 300 nuevos canales de Televisión Abierta en la Argentina, contra 44 que tenemos hasta el momento: se multiplicará por siete la oferta. Si a eso sumamos lo que se ha hecho desde el Estado con la Televisión Digital, con la colocación de torres que hoy cubren el 55% de la población y que entre fines del 2010 y principios del 2012 van a cubrir el 75%, podemos decir que le estamos brindando al ciudadano una herramienta para que pueda acceder a una veintena de canales de manera gratuita, más una oferta amplia y variada que va a tener a partir del año que viene. Por otro lado, también debemos tener en cuenta aquellos que todavía no se empezó a dar, que son nuevas licencias de cable. En el 2012 la democracia en los medios debería explotar, en el mejor sentido de la palabra. Debería aplicarse integralmente la ley, independientemente de que la Justicia no termine de resolver el artículo 161. Eso podrá estar suspendido para un grupo económico, pero con todas las demás acciones, vamos a tener una ley que refleje su espíritu de manera íntegra.
En definitiva, si pasamos de 44 canales a 300, de tener un cable monopólico u oligopólico a dar licencia de cable a otros actores; si, además, hacemos intervenir a las universidades públicas y a los canales de TV, y formamos el Banco Audiovisual de Contenidos Universales Argentino (BACUA) -que financia el Ministerio de Planificación a través del INCAA- entonces estamos en condiciones de afirmar que cambiará el mapa audiovisual, independientemente que esté suspendido un artículo de la ley.
En general, ¿qué tipo de regulación sobre medios audiovisuales predomina en el mundo?
Nosotros estamos haciendo una especie de proceso inverso. La regulación en materia de radiodifusión siempre fue muy exigente en el mundo, sobre todo en Europa continental. También era exigente en EEUU pero luego se empezó a liberalizar en el gobierno Bush. En Europa se han comenzado a flexibilizar algunas normas, por la aplicación de la tecnología digital. En los casos de Francia y España solo les han dado más de lo mismo a los mismos actores.
En Argentina, estamos yendo en una dirección contraria a la de Europa. Lo que pasa es que aquí partimos de un punto de no-regulación y ellos han partido de un punto de mucha regulación. La directiva europea que establece el 51% de producción audiovisual regional europea frente a la producción norteamericana es de 1989. Tiene más de 20 años y antes había una regulación a nivel local. Nosotros llegamos 30 años más tarde a tener una regulación como la que ellos tuvieron hace 30 años. El grado de concentración de la información y el entretenimiento que tiene nuestro país y toda América Latina, termina siendo perniciosa. Esta es una actividad que tiende naturalmente a la concentración por una cuestión de costos. Sin intervención del estado y políticas públicas, tenemos los resultados que tenemos actualmente.
¿Y con respecto al mapa de la región?
En ese contexto estamos adelantados. Recién ahora Uruguay sacó una ley para radios comunitarias; Venezuela y Ecuador modificaron sus constituciones. Paraguay instaló la Televisión Pública –siendo que se encuentran un tanto atrasados- y Brasil no pudo modificar la ley de medios. Estamos a la vanguardia de América Latina, y es importante porque el ejemplo de Argentina lo están tomando aquellos países hermanos latinoamericanos que tienen el mismo problema de concentración. Clarínen Argentina, O Globo en Brasil, Televisa en México y Cisneros en Venezuela, significan el mismo nivel de concentración en todas estas partes de la región.
Usted se ha referido a los cambios políticos en términos de una batalla cultural. En este sentido, ¿cuáles son las expresiones de esta dinámica que considera más importantes?
Si nos referimos particularmente a la Ley de Servicios de comunicación Audiovisual, a mi entender, la que se dio fue una gran batalla cultural, que también se registró en los noventa y la perdimos. En la década del ’80, comenzó una persistente tarea de los grupos de medios de la Argentina -representando los intereses de los grupos concentrados de la economía- diciendo que había que “Achicar el Estado para agrandar la Nación”, que los jubilados ganaban menos porque los ferrocarriles eran públicos, que los docentes ganaban poco porque los teléfonos eran públicos y que si nosotros nos deshacíamos de los ferrocarriles y los caminos, no solo íbamos a tener mejores servicios, sino más plata para pagar todo eso. Estos grupos concentrados inventaron un personaje que fue Doña Rosa, el arquetipo del argentino medio, que terminó votando los planes de ajuste y las privatizaciones. Por eso Menem gana la segunda elección en 1995 de la manera que lo hace, casi con el 50% de los votos. Pero resulta que, al cabo de un tiempo, Doña Rosa se quedó con la jubilación congelada, el hijo de Doña Rosa se quedó sin trabajo y su nieto se convirtió en un excluido social. La Argentina del ajuste y del achique la pregonaron aquellos que realmente se quedaron con la torta: se achicó la economía y en realidad se repartió la misma producción entre muchísimos menos. Entonces, los millones que quedaron en la calle pagaron las consecuencias de los que se quedaron con las partes rentables del Estado, para hacer sus negocios privados. Esa fue una batalla cultural, y nosotros la perdimos. Tanto es así que durante una década larga, lo único que estaba en boga eran las políticas neoliberales. A partir de la profundidad de la crisis de 2001, que no solo fue una crisis económica, sino que fue una crisis de valores -estuvimos a punto de la disolución nacional- comienza la construcción de un nuevo discurso. Ahí la irrupción de Kirchner es central en el plano político y lo dice alguien que no viene del peronismo, sino de otras experiencias políticas de origen radical. Entonces, se había impregnado en toda la política argentina, algo así como la teoría del posibilismo: sólo hacemos lo que podemos, y lo que podemos está condicionado por los grandes centros de poder, por el FMI, por el Banco Mundial, etc. Después de los dos primeros años del gobierno de Alfonsín, tendremos políticas de ajuste y con mayor fuerza a partir de 1989, cuando se da el golpe económico que provoca en la Argentina la profundización de la “ola neoliberal” -que había empezado en 1980 en el mundo. Entre 1989 y 2001 se aplica una misma política económica que termina haciendo volar al país por el aire. La aparición de Kirchner diciendo, “Vamos a hacer otra cosa y sino me sacan con los pies para adelante”, modificó el mapa de la política.
Uno podría decir que la crisis de 2001 ayudó a que se pudiera aplicar otra cosa, porque como había estallado todo, hasta los grupos concentrados “permitieron” que se restableciera el orden democrático. Después sí empezó una lucha sin cuartelentre los grupos concentrados de la economía y el gobierno para ver quién seguía gobernando. Es ahí donde Kirchner hace una convocatoria muy amplia, y se da una batalla por las ideas, por el discurso, que se termina de ganar con el debate de la “Ley de Medios”. Ese debate permitió no solo ganar una ley, sino poner negro sobre blanco un conjunto de valores, sobre todo la política como valor central del proceso de transformación, que antes no estaba. Hoy la gente discute en la calle, en las mesas; cuando fue el debate de la “Ley de Medios”, se peleaban los amigos, la familia. Porque, por primera vez en 20 o 30 años, la política volvió a estar en el centro de la escena y eso fue una batalla cultural que se dio y se ganó a partir de la discusión de una normativa que permitió desenmascarar que detrás de una supuesta noticia había un interés político.
Hacia donde está orientado el proceso de construcción política del FORJA en el espacio del kirchnerismo?
En un primer punto en la convocatoria a radicales progresistas; en un segundo paso a progresistas en general provenientes de la centro-izquierda y de distintas fuerzas políticas; y después a sectores del peronismo que no quieren ir por ninguna de las variantes peronistas. Lo que hoy podemos denominar “kirchnerismo” es la síntesis del campo nacional, popular y progresista para tener una articulación mucho más amplia. No se es progresista, nacional y popular por ser peronista o por ser radical. De La Rua era radical y aplicó un gobierno absolutamente conservador, Menem era peronista y aplicó un modelo neoliberal salvaje, y Kirchner es peronista y aplicó un modelo nacional, popular y progresista. No importa de la ascendencia política que uno venga: lo real y lo concreto es que hay dos grandes veredas en la política nacional. Una nacional, popular y progresista -el campo popular con todas sus variantes- y otra neoliberal-conservadora, con sus variantes. El grueso del radicalismo oficial se quedó en la vereda conservadora y no es la primera vez que le ocurre. Al peronismo le ocurrió menos veces en su historia, pero con los diez años de Menem alcanzó. Al radicalismo ya le pasó en la década del 30, cuando pactó con el sector conservador y se convirtió en un partido conservador; luego le costó 50 años, hasta 1983, volver a recuperar una mayoría, y la recupera porque deja de ser en aquel momento un partido conservador. Luego vuelve a serlo con el tiempo. Si uno analiza lo que ha pasado en los últimos 8 años, el radicalismo se ha convertido en un partido conservador, en contra incluso de sus principios y sus propuestas legislativas. Votó en contra de la “Ley de Medios” cuando había sido el espacio que más impulsó la ley de medios como partido, votó a favor de la Sociedad Rural, en contra de las retenciones móviles, etc. Se convirtió en un partido a disposición de los grandes grupos concentrados. En el universo nacional y popular, nuestro rol, el de FORJA es convocar a los provienen del radicalismo progresista o a los que provienen de la centrozquierda en líneas generales. Para convocar a los que provienen del peronismo están todas las variantes desde elMovimiento Evita, el PJ, La Cámpora, etc. también hay que señalar que enFORJA hay algunos que no son radicales y son peronistas o vienen de expresiones de izquierda o centroizquierda, pero el 90% de nuestros dirigentes son radicales progresistas. Sigo sosteniendo que en cuanto a los grandes movimientos nacionales de la Argentina, sus valores fueron nacionales, populares y progresistas. Por eso se desarrollaron en el tiempo; si uno quiere un partido conservador, que se vaya para otro lado, pero este creo que es el aporte que nosotros le hacemos a un espacio excede largamente al peronismo. Cuando De la Sota ganó las elecciones a la gobernación en Córdoba, esa noche convocó al cordobesismo, y señaló que tenía 3 candidatos presidenciales: Cristina, Duhalde y Rodriguez Saa. Al día siguiente, en la Radio de la Universidad de Córdoba me preguntaron qué opinaba y dije que “era un problema del peronismo”. El espacio del kirchnerismo que incluye mayoritariamente al peronismo tuvo una sola candidata; estamos aquí por un modelo de país y una idea, nosotros defendemos este modelo que hoy resume Cristina Fernández de Kirchner, que es la síntesis de peronistas, radicales y socialistas. Esta no es una cuestión de partidos, sino una cuestión de ideologías. Por suerte volvieron las ideologías.
En relación a la ciudad de Buenos Aires, ¿Cuáles son las lecciones que dejaron estas elecciones y hacia dónde considera que hay que avanzar?
Evidentemente, hay que avanzar en ganar la elección en 2015. Lo de Macri es preocupante porque es un conservador neoliberal que está llevando adelante políticas de destrucción del Estado de la Ciudad de Buenos Aires, obviamente hasta el límite de donde puede porque tiene que pelear con actores como los docentes, pero además porque, por suerte, está en un país que marcha hacia otro lado. Pero también diría que es la “derecha ignorante”. Macri es un profundo ignorante de la política y no es una persona ni leída ni ilustrada ni con muchas ideas. Con esto no quiero ser peyorativo ni hablar mal de nadie, pero sí en términos políticos: no es una derecha ilustrada. Tiene gente de derecha ilustrada pero no porque lean o no libros, como puede ser Federico Pinedo, pero no es una derecha con ideas. Macri es un recitador de los manuales de Wall Street, del Consenso de Washington y de cuanta cosa berreta anda dando vueltas por ahí y lo aplica a rajatabla porque defiende sus intereses. Se puede ser más inteligente y no destruir de la manera que lo hace con el sector público: los hospitales, la educación, etc. Es preocupante -porque nosotros ya lo vivimos con el menemismo- ya que después cuesta enormemente remontar todo lo que se ha destruido. Y, todo esto, en una Ciudad como la de Buenos Aires que es una rica si la comparamos con el resto del país y que tenía un grado de desarrollo en el sector público mucho más importante que en otros lugares. El tema es que el de Macri ha sido un gobierno chato, no ha hecho ni siquiera lo único que se hubiera sospechado que iba a hacer bien, que era tapar los baches, porque tiene una empresa que se dedica a eso. Ha sido un mal gobierno. Sin embargo, la gente lo ha votado. Entonces, hay cosas que la gente no percibió de Macri porque ha vivido la bonanza general de este período económico de la Argentina y el 30% que votó en contra no hemos sabido explicar bien. Considero que tenemos que agudizar el ingenio para llegar al vecino y mostrarle lo que desde nuestro punto de vista es un gobierno horroroso, que además nos lleva a un callejón sin salida que vivimos hace apenas ocho años y explicarle cuáles son nuestras alternativas. El trabajo central es armar un gran frente, y aquí si, en la Ciudad de Buenos Aires -que es una ciudad antiperonista- hay que ser muy generosos con todos los sectores porque o esta construcción política es muy amplia, como lo fue a partir del 2000 cuando se empezó a ganar la Ciudad de Buenos Aires o va a seguir ganando el simplismo de Macri en esta ciudad.
Usted fue Secretario de Cultura de la ciudad. ¿Cómo evaluá la gestión del PRO en esta área?
La política cultural sigue a la política del macrismo, con una diferencia: como hay una gran producción cultural, se disimula mucho más. Mi mayor preocupación cuando fui Secretario de Cultura fue tener un Plan de Cultura. Y lo logramos, porque acciones siempre hubo y muchas. Antes de nuestra gestión existían planes de cultura, pero no estaban muy explicitados. Nosotros no solo lo explicitamos sino que lo hicimos aprobar por la Legislatura, lo subimos en la página web, le explicamos a los vecinos que cada acción tenía un objetivo concreto. Nosotros nos habíamos propuesto como objetivo que la ciudad de Buenos Aires fuera considerada la “capital cultural de América Latina”, como lugar de encuentro y de reunión, no como lugar de competencia, sino como espacio donde se pudiera experimentar, hubiera una síntesis y se pudiera intercambiar con otros. Por otra parte, la meta era garantizar el acceso a los bienes y servicios culturales a todos los ciudadanos. Para eso había que tener una serie de políticas. Entonces, todas las acciones tenían que ver con políticas determinadas para lograr el acceso universal a los bienes culturales. Por ejemplo, la ciudad tenía 26 bibliotecas públicas, pero la gente que vivía en los barrios carecientes no iba a las bibliotecas públicas porque se quedaba en la villa; de este modo instalamos 70 bibliotecas comunitarias en cada uno de los comedores comunitarios, las relacionábamos, capacitábamos a la gente, la conectábamos con el sistema público de bibliotecas. El macrismo también tiene una política pero que no tiene que ver con el acceso a los bienes y servicios culturales para toda la población, sino con la cultura asimilable a un espectáculo o a una mercancía, exclusivamente. Entonces, solo se preocupan por aquello que pueda ser tapa de un diario. Por ejemplo, Roger Waters en la 9 de Julio, etc. Esta idea no me parece mal pero sí que eso carezca de relación con una construcción colectiva. Es decir, ¿cuántas, orquestas de música clásica barriales se hicieron en los primeros años del gobierno de Macri? Ninguna. ¿Cuántos centros culturales barriales nuevos se abrieron en el gobierno de Macri? No solo ninguno, sino que se cerraron el 50% de los que había. La política no apunta a la construcción de una sociedad y la cultura como herramienta de inclusión y mejoramiento de la calidad de vida, sino a las personas como simples espectadores de una cultura entendida como consumo-mercancía. En lugar de construir ciudadanía, lo que tenemos son consumidores.
¿Cómo analiza el proceso político nacional a partir de las últimas elecciones presidenciales?
Era fundamental ganar, como era fundamental que ganara Pepe Mujica, que ganara Dilma Rousseff, que ganara Evo Morales. América Latina está viviendo un proceso único en su historia; similar a las luchas por la independencia que uno ha visto o ha estudiado a lo largo de la historia. Luego de finalizadas las luchas por la independencia, nos empezamos a pelear entre nosotros hasta hace pocos años, cuando comenzó a haber un entendimiento en América Latina ya no solo de carácter comercial sino de carácter político. Que se haya evitado el golpe de estado a Correa en Ecuador, o que se haya evitado el golpe de Estado a Evo Morales, es un paso adelante gigantesco que ha dado América Latina, cuando –lo digo por vivencias personales- en la década del ’70 los gobiernos caían como fichas de dominó. Paraguay era una dictadura, Bolivia era una dictadura, cayó Uruguay, Chile y después cayó la Argentina. Ese era el escenario. En nuestros días, nosotros no solo tenemos democracia, sino democracias con contenidos sociales concretos. Esto solo es posible teniendo presidentes con el mismo signo político, el mismo entendimiento y que tengan esta visión latinoamericanista de la vida política. Entonces ¿Hacia dónde va a seguir este proceso político de la Argentina, excepcional en la historia de los últimos 50 años? Era necesario la primera herramienta, el triunfo de Cristina Kirchner. Queda profundizar el modelo, poner en práctica las leyes que ya se han votado (como la Ley de Medios) ir por las cosas pendientes: Ley de Entidades Financieras, el acceso a la tierra, que es un tema todavía para avanzar en la Argentina. Hay que seguir democratizando la democracia. Cuanto más avancemos con los cambios, mucho más difícil es después retroceder con ellos. Al contrario de aquella vieja política pendular, cuando uno tiene un proceso de doce o dieciséis años en lugar de ocho, será mucho más difícil volver atrás.
Ud. menciónó que la profundización se relaciona con avanzar sobre leyes y decisiones políticas en el próximo período, ¿en qué condiciones ve al kirchnerismo como fuerza política en términos de la estructuración de un instrumento para dar esas batallas?
Lo veo bien y es una lucha permanente. El kirchnerismo excede al PJ; hay un sector del justicialismo que está en contra del proceso, pero hay otro sector que está a favor y mañana puede estar en contra. No es la primera vez que sucede. Entonces, me parece que el kirchnerismo tiene, primero, aliados no peronistas muy importantes (digo esto porque ideológicamente están de este lado) y, segundo, más fundamental, la dinámica directa con la sociedad. Un diálogo con la sociedad que supera las estructuras dirigenciales. En algún momento hubiésemos querido estructurar un nuevo movimiento político, que se nuclee independientemente de las historias a todos los que estamos del mismo lado. Creo que esto es muy difícil o imposible en la Argentina, porque el peronismo y el radicalismo en el interior del país todavía siguen siendo Boca-River. Por eso, FORJA ha crecido mucho en el interior, porque hay muchos radicales decepcionados con el radicalismo, que nunca se van a pasar al peronismo y que necesitan una instancia intermedia, de estar con el gobierno pero con su propia identidad. Donde más hemos crecido es donde mayor es la diferencia entre radicales y peronistas. Hay gobiernos como el de Misiones donde está el Frente Renovador, que sacó el 75% de los votos y donde existen el PJ y la UCR,que prácticamente son insignificantes hoy en la provincia. Sin embargo, hay renovadores radicales y renovadores peronistas, que han formado un nuevo partido pero sin embargo se denominan por su antiguo origen.
Eso está tan arraigado que es muy difícil cambiarlo. El kirchnerismo sintetiza todo esto: peronistas, radicales, socialistas. Uno no puede hablar de algo estanco o inmóvil, sino que esto siempre está en movimiento. La dinámica de este movimiento amorfo, del que muchos formamos parte y que obtuvo el 54% de los votos, hay que seguir manteniéndolo con todo este espíritu. Hoy tiene, desde el punto de vista institucional, los votos suficientes para profundizar las reformas y desde el punto de vista político hay que seguir con el diálogo con la sociedad, porque los votos van y vienen. Cuando hablo de qué es lo que viene, es profundizar estas cuestiones y atender permanentemente la coyuntura porque frente a la crisis internacional nos puede pasar como en 2008-2009. Hay que atender la coyuntura pero lo que ha demostrado el gobierno de Cristina es que no perdió el rumbo. Cuando tuvo que afrontar una coyuntura internacional difícil lo hizo en un sentido: en lugar de ajustar, se creció menos en la crisis internacional pero no se produjeron despidos, no se bajó el salario y me parece que eso permitió dos años después, seguir creciendo con cifras chinas.