domingo, 26 de mayo de 2013

GUSTAVO LOPEZ EN PAGINA 12

Todos y todas

 Si el 24 de mayo de 2003 alguien me decía que se iban a derogar las leyes de Punto Final, Obediencia Debida y el Indulto, que los genocidas iban a sentarse ante la Justicia ordinaria, que se iba a hacer una quita del 75 por ciento de la deuda externa, que íbamos a terminar con el FMI y se iba a cambiar la matriz neoliberal por otra productiva, que volvían las paritarias, que reestatizábamos los fondos jubilatorios, YPF y Aerolíneas, que cada chico iba a tener su computadora y cada madre una asignación, que iban a cobrar jubilación el 95 por ciento de los adultos mayores, que los científicos iban a volver al país, que se iban a crear más de cinco millones de puestos de trabajo, que finalmente íbamos a tener una ley de medios de la democracia, que el matrimonio iba a ser igualitario, que las parejas del mismo sexo podrían adoptar y que íbamos a tener una política junto con América latina para fortalecer las democracias populares y que íbamos a impedir los futuros golpes de Estado o de mercado; lo abrazaba, le daba un beso en la mejilla y me iba pensando que soñar no cuesta nada.

 Y es que ese día todavía resonaban fuerte las imágenes de millones de compatriotas mendigando por comida, el Estado reprimiendo las protestas sociales, los jubilados reclamando por $400 de mínima contra $150 que cobraban, los científicos lavando platos y las madres mandando a los hijos al colegio para que coman una vez al día. No fue un milagro, fue la política, la voluntad, el trabajo y la convicción. Romper el paradigma neoliberal que había reemplazado la noción de injusticia por el de la ineficiencia del excluido y que nos prometía una posmodernidad a costa de millones de pobres, no era sencillo. Por un lado, se debía dar una batalla cultural, de cambio hacia nuevos/viejos valores como el trabajo, la solidaridad, la justicia social, la equidad y, por otro lado, había que desarmar la concentración económica que producía un ejército de desocupados.
 Néstor Kirchner comprendió la necesidad de los cambios y lideró un proceso nacional, popular y profundamente democrático que se consolidó una vez que salimos del “infierno” y fuimos un país normal. La profundización estructural del modelo lo lidera nuestra presidenta y la acompañamos millones de compatriotas, por convicción, porque seguimos creyendo en nuestros sueños y porque queremos seguir construyendo un país mejor.

 A 10 años de aquel 25 de mayo, ganamos una década para todos y todas