sábado, 23 de junio de 2012

Editorial de Gustavo López en "Cultura y medios"

 En esta nota quisiera referirme al tema de la dimensión sobre los flujos de información o de la comunicación en el siglo XXI. Para ello, evidentemente, es ineludible señalar como primer elemento que esta problemática está vinculada con cuestiones de poder en las cuales las principales potencias están lógicamente implicadas. Por eso, para analizar los flujos de información o de comunicación, vamos a tomar a algunos autores que se han dedicado a estudiar estos tópicos, en los que se analizan además, los problemas de la concentración de medios.

En primer término debemos señalar que existe una tendencia natural a la concentración en materia de radio y televisión. Se trata de un mercado imperfecto, en el que no hay gran competencia económica y en la que la intervención del Estado es fundamental para limitar la tendencia, pero no para solucionarla.
Las empresas tienden a la concentración básicamente por dos motivos: uno de orden económico y otro de carácter político. El primero, se relaciona con la baja de costos y aumento de la rentabilidad; y el segundo, es porque las empresas tienen capacidad para operar sobre el Estado como un actor político diferenciado, lo que los politólogos denominan grupos de presión.

Denis de Moraes, citando a Miège señala que: "La información se ha convertido en la principal fuente alimentadora de los engranajes indispensables a la hegemonía del capital. Tener acceso e intercambiar informaciones producidas por organismos especializados, instantáneamente y a bajo costo, representa hoy ventajas determinantes para quienes pueden hacerlo, en comparación con los que no tienen la posibilidad de realizar estas acciones, o que no poseen aún conciencia sobre el valor de esta diferencia. Y agrega:... La información es un "paradigma" que cruza todas las actividades sociales; esta transversalidad la vuelve a la vez imperceptible y omnipresente. (2002: 3-4).
De Moraes agrega que los medios, más allá de influir en la conformación del imaginario social, los medios monopólicos realizan un doble papel estratégico de reproducción ampliada del capital (Denis de Moraes 2010:35)

"Ex colaborador de Bill Clinton y hoy presidente de una consultora de negocios globales, David Rothkopf no hesita en afirmar que, para los Estados Unidos, "el objetivo central de una política externa en la era de la información debe ser ganar las batalla de los flujos de información mundial, de la misma forma en que Gran Bretaña reinaba antiguamente sobre los mares" (Schiller, 1998)
David Harvey (2005ª:128-129) subraya el énfasis permanente del capitalismo en la "obtención del resultado monopólico", que implica el control de la particularidad, de la exclusividad y de las cualidades de un determinado objeto, de manera de garantizar ingresos permanentes y ampliados. Para preservar poderes monopólicos, las corporaciones recurren a dos estrategias principales: amplían la centralidad del capital, con el propósito de obtener economías de escala y liderazgo en el mercado por medio de derechos de registro, leyes de licenciamiento y derechos de propiedad intelectual.(Harvey, 2004:85).
Smir Amin (2005:87-89) observa que las asimetrías entre los centros hegemónicos, de los cuales las mega empresas son exponentes, y las periferias, se constituyen a partir de cinco monopolios que benefician a los centros de poder y alrededor de los cuales se articulan la eficacia de sus acciones.
  1) Los monopolios en el ámbito de la tecnología
  2) Los monopolios en el control de flujos financieros de envergadura mundial
  3) Los monopolios en el acceso a los recursos naturales del planeta
  4) Los monopolios de la palabra y de la opinión en los medios
  5) Los monopolios en la esfera de los armamentos de destrucción masiva.

El proceso de concentración en la Argentina de los '90 fue horizontal, vertical y conglomeral. Es decir que algunos grupos se expandieron tanto en el mismo mercado, como hacia adelante y atrás de la cadena de valor, como en diagonal, saliendo de la rama de origen. El ejemplo más claro es el Grupo Clarín, que del diario original, pasó a una integración vertical con la cadena de valor al asociarse a Papel Prensa que le provee a precio diferencial el insumo básico de pasta de celulosa y luego, hacia fines de los 80, se expande conglomeralmente en radio y televisión conformando un grupo multimedia.
La concentración genera problemas económicos, ya que provoca prácticas anticompetitivas. El primer problema son las políticas de precios predatorios que ahogan a la competencia. El otro problema es del cuello de botella, favoreciendo un producto propio en detrimento de otro de la competencia. A estor dos problemas se debe agregar un tercero, que es el de los subsidios cruzados.
A modo de ejemplo podemos citar a Martín Becerra y Guillermo Mastrini quienes señalan que: las cuatro mayores empresas de medios y entretenimiento de América Latina ( Globo de Brasil, Televisa de México, Cisneros de Venezuela; Clarín de Argentina) retienen el 60% de la rentabilidad total de los mercados y de las audiencias, distribuidas de esta forma: Clarín controla el 31% de la circulación de los diarios, el 40,5% de las ganancias de la televisión abierta y el 23,2% de la televisión por cable; Globo responde por el 16,2% de los medios impresos, el 56% de la televisión abierta y un 44% de la televisión paga; Televisa y TV Azteca forman un duopolio que acumula el 69% y el 31,37% de la TV abierta respectivamente (Becerra y Mastrini,2009ª).
Brasil México y Argentina reúnen más de la mitad de los diarios y de las emisoras de radio y televisión, y el 75% de las salas de cine de la región(Ruiz 2007). Los indicadores de concentración de los medios en Chile, Paraguay, Bolivia y Uruguay están entre los más altos del mundo: apenas cuatro grupos privados dominan, respectivamente el 95, 92, 86 y 85% de los mercados (Becerra y Mastrini, 2009ª).
Como señalara más arriba, sólo con políticas públicas de cultura y comunicación se puede incidir en el proceso de concentración, a partir de la intervención del Estado.
Dicha intervención tiene una escala nacional, frente a la dimensión global de la concentración. Sin embargo, podemos observar políticas públicas de intervención estatal en América Latina, que intentan, de una u otra manera, revertir este proceso y generar, a través de nuevos marcos regulatorios, condiciones de acceso plural garantizando márgenes razonables de diversidad cultural.

Cuando Antonio Gramsci hablaba de hegemonía, presuponía la conquista del consenso y del liderazgo cultural y político ideológico por una clase o bloque de clases que se impone sobre las otras, y es allí donde los medios masivos juegan un papel fundamental en la reproducción de un discurso.
En los "Cuadernos de la cárcel" Gramsci encuadra la prensa como la parte más dinámica de la superestructura ideológica, caracterizada por él como la "organización material volcada a mantener, defender y desarrollar el frente teórico-ideológico", es decir, un sostén ideológico del bloque hegemónico.

En nuestro país tenemos como ejemplo lo sucedido en la década de los noventa, que fue el resultado de una política definida en la década anterior. Desde los programas de televisión se le hablaba a "Doña Rosa", el mito que se creó del argentino medio, a quien se le decía que para agrandar la Nación en realidad había que achicar al Estado, privatizar los ferrocarriles, lo mismo con los teléfonos, es decir, desprenderse de todas aquellas cosas que eran inútiles. Entonces, íbamos a vivir mucho mejor. En consecuencia, se logró un consenso hegemónico donde el interés económico y político de una minoría se impuso por consenso al interés concreto de la mayoría. De hecho, las "Doña Rosa" votaron ese esquema, aunque luego les congelaron la jubilación, sus hijos se quedaron sin trabajo y sus nietos fueron completamente excluidos del sistema productivo, social, económico y cultural de la Argentina de esos años.

En tal virtud, la globalización fue planteada tanto en Argentina como en el mundo como un proceso normal producto de las nuevas tecnologías. Lo cierto es que en verdad, este fenómeno aparentemente natural era, desde los planos político y cultural, una profunda reorganización del poder económico y del poder político a escala mundial, donde todos estamos adentro pero de una manera muy diferente. Como afirmaba Juan Carlos Portantiero, hay países globalizadores y hay países globalizados y lo que sucedió se vincula estrechamente no solo con la televisión como medio masivo de comunicación sino también la aparición de Internet. Esta herramienta nace en el complejo militar norteamericano y pasa a la "sociedad civil" a comienzos de la década del ochenta al servicio del nuevo sistema capitalista que es el sistema financiero.

Sintéticamente, el recorrido histórico es más o menos el siguiente. Se produjo la crisis el petróleo en el mundo y el círculo virtuoso del capitalismo de occidente que se había iniciado después de la Segunda Guerra Mundial culminó. En ese proceso, ese capitalismo con Estado de bienestar que generaba producción y empleo basado en el ahorro, es decir, en la acumulación de capital en la producción. Esto cambió desde mediados de los setenta cuando va a trasladarse hacia el sistema financiero. Este, a su vez, va a necesitar el desarrollo de una herramienta tecnológica para poder operar las 24 horas. Sin esa herramienta no era posible. Posteriormente, llegó a la sociedad civil a mediados de la década del noventa tal cual hoy la conocemos. No obstante, el camino fue desde el sistema militar al servicio de la nueva reproducción del sistema capitalista que es el sistema financiero internacional.

En ese contexto, la información y la comunicación constituyeron aspectos centrales, igual que los armamentos o los recursos naturales, porque se necesitaba de esta herramienta política cultural para establecer un nuevo orden internacional. En el caso de nuestro país, fuimos colonizados cuando se perdió en los noventa la batalla cultural. Luego, estalló el sistema político, económico, el sistema de valores y el sistema social de la Argentina con la crisis del 2001.

Recién a partir del 2003 recuperamos algunas cosas que creíamos perdidas, y tuvo lugar una nueva batalla cultural. En ese marco, la comunicación pasa a ser un valor estratégico contra las nuevas tecnologías al servicio de la reproducción del capital. Actualmente, Internet es un elemento objetivo que puede estar al servicio de la reproducción del capital o al servicio de nuevos paradigmas. Lo último significa al servicio de lo que uno entiende que son elementos de justicia social o una nueva sociedad.

En función de lo anterior, tengamos en cuenta, por ejemplo, que cuando se desarrolló Internet fue sobre la base, en principio, de la privatización de la telefonía. Luego, desde mediados de los '90 hasta entrados los 2000, hubo una feroz competencia entre las dos redes, la red telefónica y la red de cable. Si analizamos las estadísticas entre 1995 y 2010, surge que la banda ancha se multiplicó por dos, lo cual podría ser por si solo un elemento auspicioso. Había 2 millones de conexiones de banda ancha en el 2005 y había algo más de 5 millones de conexiones en el 2010. Ahora bien, si uno ve cual es la ruta de esas conexiones, es exactamente la misma. En otras palabras, siguen la ruta del capital, es decir, los que tienen plata están conectados y los que no tienen plata no están conectados, lo único que hizo es duplicar la cantidad de conexiones en el mismo lugar y la gente que esta desconectada no tiene ninguna posibilidad de acceso.

Antes de seguir con este tema que tiene que ver con las políticas implementadas en los últimos años por el gobierno nacional, lo que quiero señalar es que en la Argentina se necesitó un proceso de concentración en materia de comunicaciones para tener también un proceso de concentración en materia económica en general. Hay un trabajo que señala que Clarín y Telefónica Argentina tienen el 60% de la rentabilidad de todos los mercados y el 60% de las audiencias. A ello podría agregarse, con la foto de un mapa actual de la televisión con 44 canales de terminación abierta, que en el interior del país según las regiones, quienes no tiene cable ven entre el 65% y el 82% de sus contenidos que se producen en a Ciudad de Buenos Aires. De esos números, el 82% solo corresponde a dos canales de televisión que son el canal 11 y el 13, es decir, que de los contenidos que se repiten casi el 90% corresponden a 2 canales. La mayor cantidad de consumos culturales en Argentina se da a través de la televisión, muy lejos esta el cine, el teatro y otras expresiones de la cultura.

Esto puede ejemplificarse comentando una situación. Estados Unidos maneja el 85% del contenido audiovisual del mundo si excluimos China y a India. No conformes con eso, cada vez que un país emergente quiere sancionar una ley de cine para establecer una cuota de producción nacional, ellos tratan de intervenir en las legislaciones locales para que esto no se produzca. Si uno les pregunta si teniendo el 85% del mercado mundial quieren el 100%, su respuesta es, por qué no. Lo mismo esta sucediendo en el interior del país donde la resistencia a las modificaciones de las condiciones de acceso a la radiodifusión, esto es, las resistencias durante 28 años de los grandes grupos para discutir una nueva ley de medios tiene que ver con diversas cuestiones.

Primero, con el control de una de las redes que es la televisión por cable así como con el control de los contenidos. Esto significa el 82% de lo que se ve en el interior del país que surge solos de dos bocas de expendio. Además, tiene que ver la reproducción del capital que requiere estas "mega empresas" para seguir reproduciendo más o menos lo mismo.

En el año 1995 tuvo lugar una gran discusión a escala mundial que tenía que ver con al circulación de los bienes y servicios culturales. Esto es, la producción del audiovisual, audio, cine, la televisión, la producción y distribución de discos, libros, entre otros. En ese debate, Estados Unidos llevó a la ronda de Montevideo una posición de libre mercado, lo cual significa su libre circulación al igual que cualquier otro bien y servicio. Da lo mismo fabricar tornillos, bulones o bienes de valor simbólico como son los bienes culturales. En cambio, Francia se opuso y logró lo que se denominó la "excepción cultural", que implicaba que los bienes culturales estén exceptuados del libre comercio. A partir del 2001/2002, empezaron las rondas previas ya que en el año 2005 (diez años después de aquella), había que volver a discutir si los bienes y servicios culturales seguían excluidos del libre comercio o quedaban adentro como en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Vamos a los efectos para que se comprenda lo que intentamos reflejar. Argentina produce alrededor de 100 películas por año porque tiene la ley de cine que financia esa cantidad. Si tuviéramos sólo reglas de libre mercado habría una producción de entre 3 y 4 películas argentinas por año porque son las únicas que pueden llegar a recaudar el costo de un film. El resto no se podría producir. Con una política de libre mercado de bienes y servicios culturales, caerían automáticamente todas las leyes de protección o de fomentos. Por caso, los subsidios al libro, el no pago del IVA en la última cadena de comercialización, subsidios al papel, entre otros. En consecuencia, la industria cultural se vería absolutamente limitada. Tengamos en cuenta la íntima relación de este sector con el desarrollo de un país. Esto es algo muy elemental que hace a la identidad. Uno es lo que piensa, lo que dice, por lo que sin industria editorial argentina, no hay autores argentinos, porque la decisión de la publicación de un autor quedaría en manos de una empresa extranjera. En el mismo sentido, sin audiovisual argentino no hay película argentina, no hay televisión argentina, todo estaría a merced de aquellos capitales extranjeros que quisieran invertir.

Se hizo un trabajo bastante importante entre los años 2003, 2004 y 2005 a través, en aquel momento, del Estado de la Ciudad de Buenos Aires donde me tocó ser Secretario de Cultura. En septiembre del año 2005, una serie de organizaciones de la sociedad civil y el gobierno de la ciudad firmaron un acuerdo de alrededor de 30 países para evitar que durante las negociaciones que iban a llevarse a cabo unos meses después, se apoyara el libre mercado de bienes y servicios culturales. Al mes siguiente, la UNESCO votó casi por unanimidad la Convención sobre la protección de la diversidad cultural. La misma es una convención internacional que resguarda a cada uno de los países para fijar sus propias políticas culturales, es decir, hay una protección legal internacional contra el avance de los intereses norteamericanos de generar un ámbito de libre comercio de los bienes y servicios culturales.

En los últimos años, lo que se ha podido hacer frente a la globalización, a las cuestiones que esta impuso, fueron utilizados para mejorar las condiciones de vida de un país. Ahora bien, la pregunta que sigue es qué hacemos con esto, ampliamos la brecha digital, ampliamos la brecha entre pobres y ricos. Todo lo que nosotros sabemos que se hizo en materia de política económica y social en la Argentina para revertir lo que significaban los acuerdos con los organizamos internacionales, se hizo en materia cultural y de comunicación.

Hoy tenemos en marcha el "Plan Argentina Conectada" que comprende alredor de 58 mil kilómetros de fibra óptica proyectadas para los próximos cinco años que van a cambiar radicalmente el mapa de la conectividad en el país. Ya no importa si tenemos 5 millones o 2 millones y medio o 10 millones. La diferencia es que quienes se sumen van a tener la posibilidad de estar conectados con una red que va a exceder largamente la red comercial y, además, que la red comercial solo va donde está el dinero porque la manejan los grandes operadores telefónicos que a su vez son proveedores de Internet de las pequeñas cooperativas.

La nueva red va a permitir no solo tener el servicio de manera gratuita en todo el sector público, sino también a precios competitivos para el sector privado que no le va a tener que ir a comprar a su propio competidor que es, en este caso, el proveedor. A ello se agrega la televisión digital terrestre que podemos a llegar a tener el año que viene. Cientos de canales de televisión digital contra 44 que tiene la Argentina desde hace 40 años. En otras palabras, vamos a producir una revolución en materia de comunicación y consumo cultural porque se van a multiplicar por siete las ofertas a partir del año próximo. Tenemos la televisión digital abierta, la veintena de canales que da el sistema público y que a fin de año podrían llegar al 75 % de la población por TNT y al otro 25% por satélite. A ello se suma "Conectar igualdad" que es la posibilidad de acceso a Internet con su propia computadora a más de un millón de chicos.

En suma, con lo realizado lo se hizo fue revertir un proceso. Las nuevas tecnologías nos pueden dar la posibilidad de acortar la brecha o la posibilidad de aumentar la brecha. Lo que hemos aprendido y que hemos aplicado en los últimos años son políticas públicas con una fuerte intervención del Estado. Esas políticas públicas en materia de comunicación fueron impulsadas con el objetivo de contribuir a una sociedad Argentina más justa.