
Y es que ese día todavía resonaban fuerte las imágenes de millones de compatriotas mendigando por comida, el Estado reprimiendo las protestas sociales, los jubilados reclamando por $400 de mínima contra $150 que cobraban, los científicos lavando platos y las madres mandando a los hijos al colegio para que coman una vez al día. No fue un milagro, fue la política, la voluntad, el trabajo y la convicción. Romper el paradigma neoliberal que había reemplazado la noción de injusticia por el de la ineficiencia del excluido y que nos prometía una posmodernidad a costa de millones de pobres, no era sencillo. Por un lado, se debía dar una batalla cultural, de cambio hacia nuevos/viejos valores como el trabajo, la solidaridad, la justicia social, la equidad y, por otro lado, había que desarmar la concentración económica que producía un ejército de desocupados.
Néstor Kirchner comprendió la necesidad de los cambios y lideró un proceso nacional, popular y profundamente democrático que se consolidó una vez que salimos del “infierno” y fuimos un país normal. La profundización estructural del modelo lo lidera nuestra presidenta y la acompañamos millones de compatriotas, por convicción, porque seguimos creyendo en nuestros sueños y porque queremos seguir construyendo un país mejor.
A 10 años de aquel 25 de mayo, ganamos una década para todos y todas