En esta nota quisiera referirme al tema de la dimensión sobre los flujos
de información o de la comunicación en el siglo XXI. Para ello,
evidentemente, es ineludible señalar como primer elemento que esta
problemática está vinculada con cuestiones de poder en las cuales las
principales potencias están lógicamente implicadas. Por eso, para
analizar los flujos de información o de comunicación, vamos a tomar a
algunos autores que se han dedicado a estudiar estos tópicos, en los que
se analizan además, los problemas de la concentración de medios.
En primer término debemos señalar que existe una tendencia natural a la
concentración en materia de radio y televisión. Se trata de un mercado
imperfecto, en el que no hay gran competencia económica y en la que la
intervención del Estado es fundamental para limitar la tendencia, pero
no para solucionarla.
Las empresas tienden a la concentración básicamente por dos motivos: uno
de orden económico y otro de carácter político. El primero, se
relaciona con la baja de costos y aumento de la rentabilidad; y el
segundo, es porque las empresas tienen capacidad para operar sobre el
Estado como un actor político diferenciado, lo que los politólogos
denominan grupos de presión.
Denis de Moraes, citando a Miège señala que: "La información se ha
convertido en la principal fuente alimentadora de los engranajes
indispensables a la hegemonía del capital. Tener acceso e intercambiar
informaciones producidas por organismos especializados, instantáneamente
y a bajo costo, representa hoy ventajas determinantes para quienes
pueden hacerlo, en comparación con los que no tienen la posibilidad de
realizar estas acciones, o que no poseen aún conciencia sobre el valor
de esta diferencia. Y agrega:... La información es un "paradigma" que
cruza todas las actividades sociales; esta transversalidad la vuelve a
la vez imperceptible y omnipresente. (2002: 3-4).
De Moraes agrega que los medios, más allá de influir en la conformación
del imaginario social, los medios monopólicos realizan un doble papel
estratégico de reproducción ampliada del capital (Denis de Moraes
2010:35)
"Ex colaborador de Bill Clinton y hoy presidente de una consultora de
negocios globales, David Rothkopf no hesita en afirmar que, para los
Estados Unidos, "el objetivo central de una política externa en la era
de la información debe ser ganar las batalla de los flujos de
información mundial, de la misma forma en que Gran Bretaña reinaba
antiguamente sobre los mares" (Schiller, 1998)
David Harvey (2005ª:128-129) subraya el énfasis permanente del
capitalismo en la "obtención del resultado monopólico", que implica el
control de la particularidad, de la exclusividad y de las cualidades de
un determinado objeto, de manera de garantizar ingresos permanentes y
ampliados. Para preservar poderes monopólicos, las corporaciones
recurren a dos estrategias principales: amplían la centralidad del
capital, con el propósito de obtener economías de escala y liderazgo en
el mercado por medio de derechos de registro, leyes de licenciamiento y derechos de propiedad intelectual.(Harvey, 2004:85).
Smir Amin (2005:87-89) observa que las asimetrías entre los centros
hegemónicos, de los cuales las mega empresas son exponentes, y las
periferias, se constituyen a partir de cinco monopolios que benefician a
los centros de poder y alrededor de los cuales se articulan la eficacia
de sus acciones.
1) Los monopolios en el ámbito de la tecnología
2) Los monopolios en el control de flujos financieros de envergadura mundial
3) Los monopolios en el acceso a los recursos naturales del planeta
4) Los monopolios de la palabra y de la opinión en los medios
5) Los monopolios en la esfera de los armamentos de destrucción masiva.
El proceso de concentración en la Argentina de los '90 fue horizontal,
vertical y conglomeral. Es decir que algunos grupos se expandieron tanto
en el mismo mercado, como hacia adelante y atrás de la cadena de valor,
como en diagonal, saliendo de la rama de origen. El ejemplo más claro
es el Grupo Clarín, que del diario original, pasó a una integración
vertical con la cadena de valor al asociarse a Papel Prensa que le
provee a precio diferencial el insumo básico de pasta de celulosa y
luego, hacia fines de los 80, se expande conglomeralmente en radio y
televisión conformando un grupo multimedia.
La concentración genera problemas económicos, ya que provoca prácticas
anticompetitivas. El primer problema son las políticas de precios
predatorios que ahogan a la competencia. El otro problema es del cuello
de botella, favoreciendo un producto propio en detrimento de otro de la
competencia. A estor dos problemas se debe agregar un tercero, que es el
de los subsidios cruzados.
A modo de ejemplo podemos citar a Martín Becerra y Guillermo Mastrini
quienes señalan que: las cuatro mayores empresas de medios y
entretenimiento de América Latina ( Globo de Brasil, Televisa de México,
Cisneros de Venezuela; Clarín de Argentina) retienen el 60% de la
rentabilidad total de los mercados y de las audiencias, distribuidas de
esta forma: Clarín controla el 31% de la circulación de los diarios, el
40,5% de las ganancias de la televisión abierta y el 23,2% de la
televisión por cable; Globo responde por el 16,2% de los medios
impresos, el 56% de la televisión abierta y un 44% de la televisión
paga; Televisa y TV Azteca forman un duopolio que acumula el 69% y el
31,37% de la TV abierta respectivamente (Becerra y Mastrini,2009ª).
Brasil México y Argentina reúnen más de la mitad de los diarios y de
las emisoras de radio y televisión, y el 75% de las salas de cine de la
región(Ruiz 2007). Los indicadores de concentración de los medios en
Chile, Paraguay, Bolivia y Uruguay están entre los más altos del mundo:
apenas cuatro grupos privados dominan, respectivamente el 95, 92, 86 y
85% de los mercados (Becerra y Mastrini, 2009ª).
Como señalara más arriba, sólo con políticas públicas de cultura y
comunicación se puede incidir en el proceso de concentración, a partir
de la intervención del Estado.
Dicha intervención tiene una escala nacional, frente a la dimensión
global de la concentración. Sin embargo, podemos observar políticas
públicas de intervención estatal en América Latina, que intentan, de una
u otra manera, revertir este proceso y generar, a través de nuevos
marcos regulatorios, condiciones de acceso plural garantizando márgenes
razonables de diversidad cultural.
Cuando Antonio Gramsci hablaba de hegemonía, presuponía la conquista del
consenso y del liderazgo cultural y político ideológico por una clase o
bloque de clases que se impone sobre las otras, y es allí donde los
medios masivos juegan un papel fundamental en la reproducción de un
discurso.
En los "Cuadernos de la cárcel" Gramsci encuadra la prensa como la parte
más dinámica de la superestructura ideológica, caracterizada por él
como la "organización material volcada a mantener, defender y
desarrollar el frente teórico-ideológico", es decir, un sostén
ideológico del bloque hegemónico.
En nuestro país tenemos como ejemplo lo sucedido en la década de los
noventa, que fue el resultado de una política definida en la década
anterior. Desde los programas de televisión se le hablaba a "Doña Rosa",
el mito que se creó del argentino medio, a quien se le decía que para
agrandar la Nación en realidad había que achicar al Estado, privatizar
los ferrocarriles, lo mismo con los teléfonos, es decir, desprenderse de
todas aquellas cosas que eran inútiles. Entonces, íbamos a vivir mucho
mejor. En consecuencia, se logró un consenso hegemónico donde el interés
económico y político de una minoría se impuso por consenso al interés
concreto de la mayoría. De hecho, las "Doña Rosa" votaron ese esquema,
aunque luego les congelaron la jubilación, sus hijos se quedaron sin
trabajo y sus nietos fueron completamente excluidos del sistema
productivo, social, económico y cultural de la Argentina de esos años.
En tal virtud, la globalización fue planteada tanto en Argentina como en
el mundo como un proceso normal producto de las nuevas tecnologías. Lo
cierto es que en verdad, este fenómeno aparentemente natural era, desde
los planos político y cultural, una profunda reorganización del poder
económico y del poder político a escala mundial, donde todos estamos
adentro pero de una manera muy diferente. Como afirmaba Juan Carlos
Portantiero, hay países globalizadores y hay países globalizados y lo
que sucedió se vincula estrechamente no solo con la televisión como
medio masivo de comunicación sino también la aparición de Internet. Esta
herramienta nace en el complejo militar norteamericano y pasa a la
"sociedad civil" a comienzos de la década del ochenta al servicio del
nuevo sistema capitalista que es el sistema financiero.
Sintéticamente, el recorrido histórico es más o menos el siguiente. Se
produjo la crisis el petróleo en el mundo y el círculo virtuoso del
capitalismo de occidente que se había iniciado después de la Segunda
Guerra Mundial culminó. En ese proceso, ese capitalismo con Estado de
bienestar que generaba producción y empleo basado en el ahorro, es
decir, en la acumulación de capital en la producción. Esto cambió desde
mediados de los setenta cuando va a trasladarse hacia el sistema
financiero. Este, a su vez, va a necesitar el desarrollo de una
herramienta tecnológica para poder operar las 24 horas. Sin esa
herramienta no era posible. Posteriormente, llegó a la sociedad civil a
mediados de la década del noventa tal cual hoy la conocemos. No
obstante, el camino fue desde el sistema militar al servicio de la nueva
reproducción del sistema capitalista que es el sistema financiero
internacional.
En ese contexto, la información y la comunicación constituyeron aspectos
centrales, igual que los armamentos o los recursos naturales, porque se
necesitaba de esta herramienta política cultural para establecer un
nuevo orden internacional. En el caso de nuestro país, fuimos
colonizados cuando se perdió en los noventa la batalla cultural. Luego,
estalló el sistema político, económico, el sistema de valores y el
sistema social de la Argentina con la crisis del 2001.
Recién a partir del 2003 recuperamos algunas cosas que creíamos
perdidas, y tuvo lugar una nueva batalla cultural. En ese marco, la
comunicación pasa a ser un valor estratégico contra las nuevas
tecnologías al servicio de la reproducción del capital. Actualmente,
Internet es un elemento objetivo que puede estar al servicio de la
reproducción del capital o al servicio de nuevos paradigmas. Lo último
significa al servicio de lo que uno entiende que son elementos de
justicia social o una nueva sociedad.
En función de lo anterior, tengamos en cuenta, por ejemplo, que cuando
se desarrolló Internet fue sobre la base, en principio, de la
privatización de la telefonía. Luego, desde mediados de los '90 hasta
entrados los 2000, hubo una feroz competencia entre las dos redes, la
red telefónica y la red de cable. Si analizamos las estadísticas entre
1995 y 2010, surge que la banda ancha se multiplicó por dos, lo cual
podría ser por si solo un elemento auspicioso. Había 2 millones de
conexiones de banda ancha en el 2005 y había algo más de 5 millones de
conexiones en el 2010. Ahora bien, si uno ve cual es la ruta de esas
conexiones, es exactamente la misma. En otras palabras, siguen la ruta
del capital, es decir, los que tienen plata están conectados y los que
no tienen plata no están conectados, lo único que hizo es duplicar la
cantidad de conexiones en el mismo lugar y la gente que esta
desconectada no tiene ninguna posibilidad de acceso.
Antes de seguir con este tema que tiene que ver con las políticas
implementadas en los últimos años por el gobierno nacional, lo que
quiero señalar es que en la Argentina se necesitó un proceso de
concentración en materia de comunicaciones para tener también un proceso
de concentración en materia económica en general. Hay un trabajo que
señala que Clarín y Telefónica Argentina tienen el 60% de la
rentabilidad de todos los mercados y el 60% de las audiencias. A ello
podría agregarse, con la foto de un mapa actual de la televisión con 44
canales de terminación abierta, que en el interior del país según las
regiones, quienes no tiene cable ven entre el 65% y el 82% de sus
contenidos que se producen en a Ciudad de Buenos Aires. De esos números,
el 82% solo corresponde a dos canales de televisión que son el canal 11
y el 13, es decir, que de los contenidos que se repiten casi el 90%
corresponden a 2 canales. La mayor cantidad de consumos culturales en
Argentina se da a través de la televisión, muy lejos esta el cine, el
teatro y otras expresiones de la cultura.
Esto puede ejemplificarse comentando una situación. Estados Unidos
maneja el 85% del contenido audiovisual del mundo si excluimos China y a
India. No conformes con eso, cada vez que un país emergente quiere
sancionar una ley de cine para establecer una cuota de producción
nacional, ellos tratan de intervenir en las legislaciones locales para
que esto no se produzca. Si uno les pregunta si teniendo el 85% del
mercado mundial quieren el 100%, su respuesta es, por qué no. Lo mismo
esta sucediendo en el interior del país donde la resistencia a las
modificaciones de las condiciones de acceso a la radiodifusión, esto es,
las resistencias durante 28 años de los grandes grupos para discutir
una nueva ley de medios tiene que ver con diversas cuestiones.
Primero, con el control de una de las redes que es la televisión por
cable así como con el control de los contenidos. Esto significa el 82%
de lo que se ve en el interior del país que surge solos de dos bocas de
expendio. Además, tiene que ver la reproducción del capital que requiere
estas "mega empresas" para seguir reproduciendo más o menos lo mismo.
En el año 1995 tuvo lugar una gran discusión a escala mundial que tenía
que ver con al circulación de los bienes y servicios culturales. Esto
es, la producción del audiovisual, audio, cine, la televisión, la
producción y distribución de discos, libros, entre otros. En ese debate,
Estados Unidos llevó a la ronda de Montevideo una posición de libre
mercado, lo cual significa su libre circulación al igual que cualquier
otro bien y servicio. Da lo mismo fabricar tornillos, bulones o bienes
de valor simbólico como son los bienes culturales. En cambio, Francia se
opuso y logró lo que se denominó la "excepción cultural", que implicaba
que los bienes culturales estén exceptuados del libre comercio. A
partir del 2001/2002, empezaron las rondas previas ya que en el año 2005
(diez años después de aquella), había que volver a discutir si los
bienes y servicios culturales seguían excluidos del libre comercio o
quedaban adentro como en el Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA).
Vamos a los efectos para que se comprenda lo que intentamos reflejar.
Argentina produce alrededor de 100 películas por año porque tiene la ley
de cine que financia esa cantidad. Si tuviéramos sólo reglas de libre
mercado habría una producción de entre 3 y 4 películas argentinas por
año porque son las únicas que pueden llegar a recaudar el costo de un
film. El resto no se podría producir. Con una política de libre mercado
de bienes y servicios culturales, caerían automáticamente todas las
leyes de protección o de fomentos. Por caso, los subsidios al libro, el
no pago del IVA en la última cadena de comercialización, subsidios al
papel, entre otros. En consecuencia, la industria cultural se vería
absolutamente limitada. Tengamos en cuenta la íntima relación de este
sector con el desarrollo de un país. Esto es algo muy elemental que hace
a la identidad. Uno es lo que piensa, lo que dice, por lo que sin
industria editorial argentina, no hay autores argentinos, porque la
decisión de la publicación de un autor quedaría en manos de una empresa
extranjera. En el mismo sentido, sin audiovisual argentino no hay
película argentina, no hay televisión argentina, todo estaría a merced
de aquellos capitales extranjeros que quisieran invertir.
Se hizo un trabajo bastante importante entre los años 2003, 2004 y 2005 a
través, en aquel momento, del Estado de la Ciudad de Buenos Aires donde
me tocó ser Secretario de Cultura. En septiembre del año 2005, una
serie de organizaciones de la sociedad civil y el gobierno de la ciudad
firmaron un acuerdo de alrededor de 30 países para evitar que durante
las negociaciones que iban a llevarse a cabo unos meses después, se
apoyara el libre mercado de bienes y servicios culturales. Al mes
siguiente, la UNESCO votó casi por unanimidad la Convención sobre la
protección de la diversidad cultural. La misma es una convención
internacional que resguarda a cada uno de los países para fijar sus
propias políticas culturales, es decir, hay una protección legal
internacional contra el avance de los intereses norteamericanos de
generar un ámbito de libre comercio de los bienes y servicios
culturales.
En los últimos años, lo que se ha podido hacer frente a la
globalización, a las cuestiones que esta impuso, fueron utilizados para
mejorar las condiciones de vida de un país. Ahora bien, la pregunta que
sigue es qué hacemos con esto, ampliamos la brecha digital, ampliamos la
brecha entre pobres y ricos. Todo lo que nosotros sabemos que se hizo
en materia de política económica y social en la Argentina para revertir
lo que significaban los acuerdos con los organizamos internacionales, se
hizo en materia cultural y de comunicación.
Hoy tenemos en marcha el "Plan Argentina Conectada" que comprende
alredor de 58 mil kilómetros de fibra óptica proyectadas para los
próximos cinco años que van a cambiar radicalmente el mapa de la
conectividad en el país. Ya no importa si tenemos 5 millones o 2
millones y medio o 10 millones. La diferencia es que quienes se sumen
van a tener la posibilidad de estar conectados con una red que va a
exceder largamente la red comercial y, además, que la red comercial solo
va donde está el dinero porque la manejan los grandes operadores
telefónicos que a su vez son proveedores de Internet de las pequeñas
cooperativas.
La nueva red va a permitir no solo tener el servicio de manera gratuita
en todo el sector público, sino también a precios competitivos para el
sector privado que no le va a tener que ir a comprar a su propio
competidor que es, en este caso, el proveedor. A ello se agrega la
televisión digital terrestre que podemos a llegar a tener el año que
viene. Cientos de canales de televisión digital contra 44 que tiene la
Argentina desde hace 40 años. En otras palabras, vamos a producir una
revolución en materia de comunicación y consumo cultural porque se van a
multiplicar por siete las ofertas a partir del año próximo. Tenemos la
televisión digital abierta, la veintena de canales que da el sistema
público y que a fin de año podrían llegar al 75 % de la población por
TNT y al otro 25% por satélite. A ello se suma "Conectar igualdad" que
es la posibilidad de acceso a Internet con su propia computadora a más
de un millón de chicos.
En suma, con lo realizado lo se hizo fue revertir un proceso. Las nuevas
tecnologías nos pueden dar la posibilidad de acortar la brecha o la
posibilidad de aumentar la brecha. Lo que hemos aprendido y que hemos
aplicado en los últimos años son políticas públicas con una fuerte
intervención del Estado. Esas políticas públicas en materia de
comunicación fueron impulsadas con el objetivo de contribuir a una
sociedad Argentina más justa.